“No quiero oro, ni quiero plata, yo lo que quiero es romper la piñata.”
El estribillo aparentemente insignificante que tiene su jiribilla, no perder el camino ni cambiar por oro ni por plata la fe cristiana a los pecados capitales. Una de las tradiciones de la época de Navidad que recuerdo con mucho cariño, aparte del nacimiento, es la piñata. Las piñatas en la actualidad son hechas de cartón o de periódico y forradas de papel de china picado o rizado y en infinitas formas y tamaños. Por lo regular, las veo en todo tipo de cumpleaños para los chicos. No tengo ni la menor idea del porqué de esa “nueva” tradición, pero así han cambiado las costumbres de la Navidad para hacerlas de cumpleaños. Las piñatas se rellenan de caramelos, colaciones, chocolates, juguetes, confeti, juegos de lotería, dinero, cacahuates, frutas y la gente malvada, las llena de harina. Sin embargo, el origen de la piñata es muy distinto e interesante. Tiene que ver, con el sincretismo y mezcla de culturas con la religión católica de la Nueva España y que persiste hasta nuestros días.
Las piñatas fueron introducidas por los españoles a la Nueva España y son indispensables para la época posterior a La Posada y la Novena de la Navidad. Son, motivos de júbilo, arte y diversión entre nosotros hasta la actualidad. Las ollas para las piñatas son especiales y son hechas de barro delgado y con orificios en el cuello de la olla para poder atarla a un lazo y para así, poder subirla y bajarla a gusto de los celebrantes en la Navidad. Las ollas se venden por muy módicos precios en todos los mercados de México para esta época. Es muy fácil hacerlas en casa y toda una diversión para los niños participar en su hechura.
La piñata tradicional es la de siete picos brillantes en forma de estrella que significan la tentación del demonio hacia los hombres. Se suele representar al mal de forma llamativa para que cautive al hombre y ceda ante la tentación. Cada pico significa un pecado capital de la religión cristiana. Los pecados capitales son:
La lujuria,
la gula,
la avaricia,
la pereza,
la ira,
la envidia
y
la soberbia.
Hay varias versiones del significado religioso que tiene la piñata, pero la más aceptada es la idea de que representa la lucha del hombre contra las pasiones o los pecados capitales. Valiéndose de la fe, que es representada y simbolizada por el palo o bastón. El hombre tiene que destruir el maleficio de las pasiones, golpeando y finalmente rompiendo la piñata. Al romperla, rompe esa tentación y obtiene, los frutos divinos, que son representados, por la fruta y las colaciones que contiene la piñata.
Romper la piñata con los ojos vendados simboliza la destrucción del mal y, por lo tanto, así se descubren los frutos que hay dentro de la piñata, que representan las gracias de Dios. Es, en síntesis, la lucha del hombre contra la tentación y los siete picos de la estrella, son los pecados capitales dichos anteriormente. El relleno de la piñata es el símbolo o premio del amor de Dios hacia los hombres; son las riquezas del reino de los cielos. Con esto, es el mensaje que, con fe y virtud, se puede vencer el pecado y recibir la recompensa divina, valga la redundancia.
Otra versión nos dice que los frailes españoles instruían a los indígenas de México en el catecismo, usando piñatas con esta explicación:
La piñata simboliza a las tres virtudes teologales; La fe, porque al romper la piñata vamos con los ojos vendados, sin otra guía que las voces que nos dicen arriba, abajo, atrás y que tratan de hacernos el mal como en efecto sucede al mentir. La gente le dice al vendado, el lugar en el que no encontrará la piñata.
La esperanza, porque todos miramos al cielo anhelando y esperando el premio.
La caridad, porque si rompemos la piñata destrozando los vistosos oropeles del pecado, alcanzamos los regalos deseados para compartirlos con los demás. Tiene sentido esta explicación también en mi juicio.
Supuestamente, la historia de la piñata se remonta a la China imperial. Allí, con motivo del año nuevo que se celebra con la llegada de la primavera, se confeccionaba una figura de vivos colores que se llenaban de semillas. Los mandarines golpeaban la figura que regularmente representaba a un becerro con varas, y esta se rompía derramando su contenido sobre los campos y simbolizando la fertilidad. Posteriormente, la piñata se quemaba y sus cenizas se repartían entre los allí presentes, como portadoras de buena suerte y de la fertilidad.
Marco Polo conoció esta costumbre que exportó de Oriente a Italia en el siglo XII. Allí, en Italia, la transformaron de un mito pagano a uno religioso, debido a las fuertes creencias religiosas de la Edad Media europea. Esta se usaba para celebrar el primer domingo de Cuaresma. Para el siglo XVI, los conquistadores españoles llevan este rito a la Nueva España y allí tiene gran aceptación entre los novohispanos. Así, al primer domingo se le llamaba Domingo de la Piñata. La piñata era una olla de barro con papeles de colores y oropeles llena de dulces. Para romperla, las personas se vendaban los ojos. Cuando llegó a la Nueva España, y considerando su ambiente festivo, se le usó para atraer a la gente a las ceremonias religiosas. Posteriormente, el pueblo se apropió de ella para las celebraciones populares y fue así como se ha mantenido entre nosotros.
Aparentemente, también se asemejaba a un ritual azteca en el que golpeaban una olla de barro para derramar una ofrenda que se encontraba dentro. Los frailes agustinos ven en la piñata un pasatiempo que les sirvió para evangelizar al pueblo y de esta forma la olla de barro se llena con colaciones y se recubre con cartón para después darle la forma de estrella con siete picos. Todo ello cargado de simbolismo y adaptado a su religión en que trataban de convertir a los conquistados en el catolicismo.
Hoy en día, la tradición de la piñata se ha extendido desde México a todo el mundo y se pueden encontrar piñatas en toda América, Europa y en muchos países del mundo con miles de formas que ya no tienen el significado complejo, religioso y original. Ese significado original nada tiene que ver con las piñatas de la actualidad, porque uno puede verlas en tan diferentes maneras, que realmente nada tienen que ver con la original de siete picos. He visto en la actualidad, hasta a los políticos romperlos en piñata. Ya no hacen rosas, ni claveles, ni zanahorias o cebollas y rábanos que se hacían en esos entonces. Ahora se hacen superhéroes, Superman, el hombre araña, alebrijes, botellas, al asqueroso y horroroso chapulín colorado y hasta al ratón miguelito, todo chueco, ja, ja, ja. Los niños ya no saben el significado de la piñata que es tan singular e interesante. Yo, prefiero las piñatas de antaño como nos las enseñaron nuestros antepasados. Una estrella de siete picos que representan los pecados capitales, la fe, que es representada por el bastón. El hombre tiene que destruir el maleficio de las pasiones, golpeando y finalmente rompiendo a la piñata, que nos dará los frutos que son, las gracias divinas de Dios Nuestro Señor y dador de todo.
Fuente: diariodealfredo.blogspot.mx