Por Dennis Nolan
Nuestra nieta, Catherine Sophia Nolan, coronó la estatua de Nuestra Señora durante la Conferencia Nacional sobre Medjugorje en Notre Dame, en mayo de este año. Quisiera contarles un poco acerca de esta pequeña especial de ocho años.
Los padres de Catherine a veces la encuentran recostada en el suelo duro a mitad de la noche – ella pretende imitar al difunto Papa Juan Pablo II, quien a veces dormía en el suelo como penitencia. Si su papá la toma en brazos para recostarla en la cama, ella murmura entre sollozos: “¡Pero quiero ser una santa!”
A menudo, cuando la familia se dispone a abandonar la iglesia después de la Misa, la madre de Catherine tiene que obligarla a terminar sus rezos para que puedan partir. El otro día, cuando estaba con su papá en la oficina de MARY TV, la cual está ubicada en un convento, le dijo que iría a orar a la gruta. Se quedó ahí media hora de rodillas en el concreto, rezando su Rosario.
Después de su Primera Comunión, sintió tantos deseos de poder recibir a Jesús diariamente que, incluso cuando su madre no tenía auto y estaba lloviendo; aun así, se iba a pie en medio de la lluvia con su hermano mayor, Mikey, a la Iglesia de Cristo Rey para la Misa a primera hora de la mañana. Cuando me senté a la mesa justo antes de la cena del Domingo de Pascua, ¡me encontré a Catherine con la cabeza entre sus manos y llorando amargamente! Resultó que había escuchado a su padre hablar para hacer los arreglos de una posible peregrinación a Medjugorje. “¡Y sé que no habrá un boleto para mí, porque soy tan solo una niña!” Una semana después, mientras mi esposa y yo estábamos por comenzar nuestro Rosario diario por internet, invité a Catherine y a Mikey para que se nos unieran. Le pregunté entonces a Catherine si quería ir a Medjugorje. Ella respondió: “¡Oh, sí!” Y cuando le pregunté: “¿Por qué?”, ella dijo: “¡Por muchas razones! Quiero rezar el Rosario con los que se congregan alrededor de la iglesia; quiero ir a la Misa; quiero subir la montaña. Oigo a mi papá cuando cuenta historias sobre Medjugorje. ¡Cada vez que oigo un relato sobre Medjugorje mi corazón se hace grande, grande, grande!”
